15 oct 2014

Sobre algunos aspectos de la meditación cristiana



12. Con la actual difusión de los métodos orientales de meditación en el mundo cristiano y en las comunidades eclesiales, nos encontramos ante un poderoso intento, no exento de riesgos y errores, de mezclar la meditación cristiana con la no cristiana.

Las propuestas en este sentido son numerosas y más o menos radicales:

– {12.1} algunas utilizan métodos orientales con el único fin de conseguir la preparación psicofísica para una contemplación realmente cristiana;

– {12.2} otras van más allá y buscan originar, con diversas técnicas, experiencias espirituales análogas a las que se mencionan en los escritos de ciertos místicos católicos {véase, por ejemplo, ‘The Cloud of Unknowing’ [«Nubes non-scientiae»] “La nube del no saber”, obra espiritual de un escritor anónimo inglés del siglo XIV};

– {12.3} otras incluso no temen colocar aquel absoluto sin imágenes y conceptos, propio de la teoría budista {el concepto “nirvana” se entiende, en los textos religiosos del budismo, como un estado de quietud que consiste en la anulación de toda realidad concreta por ser transitoria y, precisamente por eso, decepcionante y dolorosa}, en el mismo plano de la majestad de Dios, revelada en Cristo, que se eleva por encima de la realidad finita;

– {12.4} para tal fin, se sirven de una «teología negativa» que trascienda cualquier afirmación que tenga algún contenido sobre Dios, negando que las criaturas del mundo puedan mostrar algún vestigio, ni siquiera mínimo, que remita a la infinitud de Dios.

Por esto, proponen abandonar no sólo la meditación de las obras salvíficas que el Dios de la Antigua y Nueva Alianza ha realizado en la historia, sino también la misma idea de Dios, Uno y Trino, que es Amor, en favor de una inmersión «en el abismo indeterminado de la divinidad».

{El Maestro Eckhart habla de una inmersión ‘in den weiselosen Abgrund der Gottheit, der eine Finsternis ist, in der das Licht der Dreifaltigkeit nie geschienen hat’ [«in indeterminatam Divinitatis abyssum», quae sunt «tenebrae in quibus Trinitatis lux nunquam refulsit»] “en el abismo indeterminado de la divinidad” que es una “tiniebla en la cual la luz de la Trinidad nunca ha resplandecido”. Cf. Sermo “Ave gratia plena”, al final (J. Quint, ‘Deutsche Predigten und Traktate’, Hanser 1955, p. 261)}.

Fuente:

Congregatio pro Doctrina Fidei, Carta a los obispos de la Iglesia católica ‘Orationis formas’, sobre algunos aspectos de la meditación cristiana – (Epistula ad totius Catholicae Ecclesiae Episcopos de quibusdam rationibus christianae meditationis), 15 de octubre de 1989, n. 12


***